Muchas gracias. Gracias a quienes se levantaron. No es necesario, pero me halagan. Gracias, Jonathan, por tus amables palabras. Gracias a la Liga Anti-difamación por este reconocimiento y por su trabajo luchando contra el racismo, el odio y el fanatismo. Y para aclarar, cuando digo racismo, odio y fanatismo no estoy hablando de los nombres de los perros de Stephen Miller. [el público ríe] Reconozco que algunos de Uds. deben estar pensando: “¿Qué demonios hace un comediante hablando en esta conferencia?” Yo me lo pregunto. [el público ríe] He pasado la mayor parte de las últimas dos décadas en personaje. De hecho, esta es la primera vez que me he presentado a dar un discurso como mi personaje menos popular: Sacha Baron Cohen. [el público ríe; aplaude] Y debo confesar que es aterrador. Entiendo que mi presencia hoy puede ser inesperada por otra razón: Hay críticos que han dicho que mi comedia presenta un riesgo de agravar viejos estereotipos. La verdad es que he desafiado apasionadamente la intolerancia y el fanatismo toda mi vida. Siendo adolescente en Inglaterra, marché contra el Frente Nacional fascista y para abolir el apartheid. Siendo estudiante de pregrado, viaje por EE. UU. y escribí mi tesis sobre el movimiento por los derechos humanos. con la ayuda de los archivos de la ADL; y como comediante, he intentado usar a mis personajes para lograr que la gente baje su guardia y revele lo que realmente cree, incluyendo su propio prejuicio. No voy a pretender que todo lo que he hecho ha servido a un propósito mayor. Sí, parte de mi comedia – bien, probablemente la mitad – ha sido absolutamente infantil. [el público ríe] y la otra mitad ha sido completamente inmadura. Pero… [el público ríe] admito que no hubo nada particularmente esclarecedor sobre mi Borat de Kazakhstan, el primer reportero de noticias falsas, [el público ríe] corriendo desnudo en una conferencia de agentes hipotecarios. [el público ríe] Pero cuando Borat logró que todo un bar en Arizona cantara ♪ Tira al judío al pozo ♪ [el público ríe] sí se reveló la indiferencia de la gente ante el antisemitismo. Cuando, vestido como Bruno, el reportero de moda austríaco gay, besé a un hombre en una jaula de pelea en Arkansas y casi se desata un motín, se reveló el potencial violento de la homofobia. Y cuando me disfracé de promotor inmobiliario ultra-concientizado, y propuse construir una mezquita en una comunidad rural, y un residente admitió orgullosamente: “Soy racista contra los musulmanes”, se reveló la creciente aceptación de la islamofobia. Por eso agradezco tanto la oportunidad de estar aquí con Uds. Hoy, en todo el mundo, los demagogos apelan a nuestros peores instintos. Las teorías de conspiración, que antes se confinaban a la periferia se están popularizando. Es como si la era de la razón, la era del argumento evidencial, estuviese terminando, y ahora el conocimiento se deslegitimiza cada vez más y el consenso científico se descarta. La democracia, que depende de verdades compartidas, está en retirada, y la autocracia, que depende de mentiras compartidas, está en marcha. Los delitos por odio van en aumento, al igual que los ataques asesinos a minorías religiosas y étnicas. ¿Qué tienen en común todas estas peligrosas tendencias? Solo soy un comediante y un actor; no soy un estudioso, pero tengo una cosa muy clara: Todo este odio y violencia está siendo facilitada por un puñado de compañías de internet que constituyen la mayor maquinaria de propaganda de la historia. [el público aplaude] La mayor maquinaria de propaganda de la historia. Pensemos en eso. Facebook, YouTube… ...Google, Twitter y otros alcanzan a miles de millones de personas. Los algoritmos de los que dependen estas plataformas amplifican intencionalmente el tipo de contenido que mantiene a los usuarios activos; historias que apelan a nuestros instintos más básicos, y que provocan indignación y miedo. Es por esto que YouTube recomendó videos del conspiracionista Alex Jones miles de millones de veces. Es por esto que las noticias falsas superan a las noticias reales, porque los estudios muestran que las mentiras se propagan más rápido que la verdad. Y no sorprende que la mayor maquinaria de propaganda de la historia haya difundido la teoría de conspiración más antigua de la historia: la mentira de que los judíos son de peligrosos alguna manera. Como lo puso un titular: “Piensen en lo que Goebbels podría haber hecho con Facebook”. [el público gime] En internet, todo puede parecer igualmente legítimo. Breitbart se parece a la BBC, los protocolos ficticios de los Sabios de Sion parecen tan válidos como un reporte de la ADL, y los desvaríos de un lunático parecen tan creíbles como los hallazgos de un Premio Nobel. Parece que hemos perdido la noción compartida de los hechos básicos de los que depende la democracia. Cuando, vestido como el imita-ganster Ali G, le pregunté al astronauta Buzz Aldrin: “¿Qué tal fue caminar en el sol?” [el público ríe] el chiste funcionó porque la audienci compartía los mismos hechos. Si crees que la llegada a la luna fue un montaje, el chiste ya no funciona. Cuando Borat logró que ese bar en Arizona coincidiera en que ♪ Los judíos controlan el dinero de todos y nunca lo devuelven ♪ el chiste funcionó porque la audiencia compartía el hecho de que la representación de los judíos como seres avaros es una teoría de conspiración originada en la Edad Media. Pero cuando, gracias a las redes, las conspiraciones se arraigan, se hace más fácil que los grupos discriminatorio recluten, que los organismos de inteligencia extranjeros interfieran en nuestras elecciones, y que países como Myanmar cometan genocidio contra los rohinyá. [el público aplaude] Ahora, es verdaderamente impactante la facilidad con la que los pensamientos conspirativos se convierten en violencia. En mi programa más reciente, “¿Quién es América?”, encontré a un chico normal, formado y con un buen trabajo, pero que repetía en las redes muchas de las teorías de conspiración que el presidente Trump, usando Twitter, ha difundido más de 1 700 veces a sus 67 millones de seguidores. El presidente incluso tuiteó que estaba pensando denominar a Antifa, que son antifascistas que marchan contra la extrema derecha, como una organización terrorista. Entonces, disfrazado de un experto antiterrorista israelí, el coronel Erran Morad, [el público ríe] [en acento extranjero] “Yalla. ¡Vamos!” [el público ríe] Disfrazado de él, le dije a mi entrevistado que en la marcha de mujeres en San Francisco, Antifa estaba planeando poner hormonas en los pañales de bebés para... [en acento extranjero] “hacerlos transgénero”. [el público ríe] Y este hombre lo creyó. Le dije que colocara pequeños dispositivos a tres personas inocentes en la marcha, y le expliqué que, al presionar un botón, provocaría una explosión que los mataría a todos. Por supuesto que no eran reales, pero él pensaba que sí. Quería ver si realmente lo haría. La respuesta fue sí. Presionó el botón y pensó que realmente había matado a tres seres humanos. Voltaire tenía razón cuando dijo, “Aquellos que logran hacer creer cosas absurdas “pueden hacer que se cometan atrocidades”. Y las redes sociales permiten a los autoritarios venderles disparates a miles de millones de personas. En su defensa, estas compañías de redes sociales han tomado medidas para reducir el odio y las conspiraciones en sus plataformas, pero estas medidas han sido principalmente superficiales. Y estoy hablando de esto hoy porque creo que nuestras democracias pluralistas están al borde del precipicio y que los próximos 12 meses y el papel de las redes sociales van a ser determinantes. Los británicos acudirán a las urnas mientras que conspiracionistas en internet promueven la odiosa teoría de "el gran reemplazo", que dice que los cristianos blancos están siendo reemplazados por inmigrantes musulmanes. Los estadounidenses elegirán un nuevo presidente mientras que troles y bots perpetúan la mentira asquerosa de una invasión hispana. Y después de años de videos en YouTube llamando al cambio climático “un fraude”, EE. UU. está en vías de retirarse formalmente del Acuerdo de París dentro de un año. Una alcantarilla de fanatismo y de viles teorías de conspiración que amenazan a nuestra democracia, y en cierta medida, a nuestro planeta. Esto no puede ser lo que los creadores del internet tenían en mente. Creo que es tiempo de reconsiderar a fondo las redes sociales y la forma en que propagan odio, conspiraciones y mentiras. [el público vitorea; aplaude] Sin embargo, el mes pasado Mark Zuckerberg de Facebook dio un importante discurso que, como era de esperarse, advertía en contra de nuevas leyes y regulaciones dirigidas a compañías como la suya. Pues, algunos de estos argumentos sencillamente son… …si me permiten, estupideces. Contemos las maneras. Primero, Zuckerberg intentó presentar todo este asunto como “elecciones alrededor de la libertad de expresión”. Eso es una ridiculez. Esto no es sobre limitar la libertad de expresión. Es sobre darle a la gente, incluyendo a algunas de las personas más reprobables en la tierra, la plataforma más grande de la historia para que alcancen a un tercio del planeta. La libertad de expresión no es libertad de alcance. Tristemente, siempre existirán racistas, misóginos, antisemitas y abusadores de niños, pero creo que todos coincidimos en que no deberíamos darle a fanáticos y a pedófilos una plataforma gratis para que repliquen sus opiniones y acosen a sus víctimas. [el público aplaude] Segundo, Mark Zuckerberg afirmó que establecer nuevos límites para las publicaciones en redes sería “un revés en la libertad de expresión”. Esto es un total disparate. La primera enmienda dice, y cito: “El Congreso no podrá hacer ninguna ley… limitando la libertad de expresión”. Pero esto no aplica a empresas privadas como Facebook. No le estamos pidiendo a estas compañías que delimiten de la libertad de expresión para la sociedad entera; solo queremos que sean responsables con sus plataformas. Si un neonazi entra marchando a un restaurante y amenaza a otros clientes y dice que quiere matar a judíos, ¿acaso el dueño del restaurante, una empresa privada, tiene que ofrecerle un menú de degustación? ¡Por supuesto que no! El dueño del restaurante tiene todo el derecho, y también, diría yo, la obligación moral, de sacar a patadas a ese nazi. Lo mismo deberían hacer estas compañías. [el público aplaude] Tercero. Mark Zuckerberg equiparo la regulación de compañías como la suya con las acciones de “las sociedades más represivas”. Increíble. Esto lo dice una de las seis personas que deciden qué información le llega a la mayoría del mundo: Zuckerberg en Facebook, Sundar Pichai en Google, en su casa matriz, Alphabet, Larry Page y Sergey Brin, la ex-cuñada de Brin, Susan Wojcicki, en YouTube y Jack Dorsey en Twitter. Los Seis de Silicon. Todos multimillonarios, todos estadounidenses, que prefieren subir el precio de sus acciones a proteger la democracia. [el público aplaude] Esto es imperialismo ideológico. Seis individuos no electos en Silicon Valley imponiendo su visión sobre el resto del mundo, sin rendir cuentas a ningún gobierno y comportándose como si estuviesen por encima de la ley. Es como si viviésemos en el Imperio Romano y Mark Zuckerberg es el César. Al menos eso explicaría su peinado. [el público ríe] Aquí les va una idea. En lugar de dejar que los Seis de Silicon decidan el futuro del mundo, dejen que nuestros representantes electos, por quienes la gente votó en todas las democracias del mundo, al menos tengan voz en el asunto. Cuarto, Zuckerberg habla de abrir las puertas “a una diversidad de ideas” y el año pasado nos dio un ejemplo. Dijo que para él, las publicaciones que negaban el Holocausto eran “profundamente ofensivas”, pero que él no pensaba que Facebook debía retirarlas “porque creo que hay cosas en las que diferentes personas se equivocan”. En este mismo momento, todavía hay negadores del Holocausto en Facebook, y Google todavía te lleva a las páginas más repulsivas de negación del Holocausto con un solo click. Uno de los jefes de Google me dijo que estas páginas solo mostraban “las dos caras” del asunto. [el público gime] Esto es una locura. En palabras de Edward R. Murrow: Uno “no puede aceptar que hay, en cada historia “dos partes iguales y lógicas de un argumento”. Desafortunadamente, tenemos millones de piezas de evidencia del Holocausto. Es un hecho histórico. Y negarlo no es una opinión cualquiera. Aquellos que niegan el holocausto pretenden alentar otro. [el público aplaude] Aún así, Zuckerberg dice que “la gente debería decidir qué es creíble y qué no, “no las compañías tecnológicas”. Pero cuando dos tercios de los millennials admiten no haber oído nunca acerca de Auschwitz, ¿cómo van a saber qué es creíble o no? ¿Cómo se supone qué sepan que la mentira es una mentira? Sí existe tal cosa como la verdad objetiva. Los hechos sí existen. Y si estas compañías realmente quieren hacer una diferencia deberían contratar suficientes monitores para que realmente monitoreen, trabajar codo a codo con grupos como el ADL y el NAACP, insistir en los hechos, y purgar estas mentiras y conspiraciones de sus plataformas. [el público aplaude] Ahora, quinto, al momento de discutir la difícil tarea de retirar contenido, Zuckerberg… Mark Zuckerberg preguntó, “¿dónde se establece el límite?” Sí, establecer un límite puede ser difícil, pero esto es lo que realmente está diciendo: eliminar estas mentiras y conspiraciones sencillamente es demasiado costoso. Estas son las compañías más ricas del mundo, y tienen los mejores ingenieros del mundo. Podrían resolver estos problemas si así lo quisieran. Twitter podría implantar un algoritmo para eliminar más discurso supremacista de odio, pero presuntamente no lo han hecho porque eso expulsaría a unos políticos muy prominentes de su plataforma. [el público gime] Quizás eso no sería algo tan malo. [el público aplaude; vitorea] La verdad es que estas compañías no van a cambiar intrínsecamente por que su modelo empresarial depende de generar más participación, y nada genera más participación que las mentiras, el miedo y la indignación. Así que es hora de llamar a estas compañías por su verdadero nombre: las editoriales más grandes de la historia. Y aquí una idea para ellas: acaten las normas y prácticas básicas, igual que hacen los periódicos, revistas y canales de noticias todos los días. En la televisión y en el cine tenemos normas y prácticas básicas. Hay ciertas cosas que no se pueden decir o hacer. En Inglaterra, se me dijo que Ali G no podía usar palabrotas si aparecía antes de las 9 PM. Aquí en EE. UU., la Asociación Cinematográfica de América regula y califica lo que vemos. He cortado y reducido escenas en mis películas para cumplir con esas normas. Si existen normas y prácticas para el contenido en el cine y la TV, las compañías que publican contenido para billones de personas también deberían acatar normas y prácticas básicas. [el público aplaude] Consideremos el tema de los anuncios políticos, sobre el que Facebook ha sido muy firme. Afortunadamente, Twitter finalmente los prohibió, y Google, recién leí hoy, también está haciendo cambios. Pero, si les pagas, Facebook publicará cualquier anuncio político que quieras, incluso si es falso. E incluso te ayudarán a micro-focalizar los anuncios para máxima eficacia. Bajo está lógica perversa, si Facebook hubiese existido en los años 30 le hubiese permitido a Hitler publicar anuncios de 30 segundos promoviendo su solución al “problema judío”. Aquí les propongo unas normas y prácticas: Facebook, empiecen a corroborar los anuncios políticos antes de publicarlos, acaben con las mentiras personalizadas inmediatamente, y si los anuncios sean falsos, devuelvan el dinero y no los publiquen. [el público aplaude] Aquí les doy otra recomendación: Cálmense. No tienen que publicar cada post individual inmediatamente. Oscar Wilde dijo una vez: “Vivimos en una era “donde las cosas innecesarias son nuestra única necesidad”. Pero… Pero yo les pregunto, ¿de verdad es necesario que cada pensamiento o video – sin importar si es racista o criminal o asesino – esté en línea instantáneamente? ¡Por supuesto que no! El tirador que masacró a musulmanes en Nueva Zelanda emitió en directo su ataque usando Facebook de donde luego se extendió por todo el internet y fue visto posiblemente millones de veces. Fue una película snuff, cortesía de las redes sociales. ¿Por qué no existe un retraso para que esta basura traumática pueda atraparse y detenerse antes de que se publique? [el público aplaude] Finalmente, Zuckerberg dijo que las compañías de redes sociales deberían “asumir sus responsabilidades”, pero no dice nada sobre lo que debería pasar cuando no lo hacen. A este punto, está bastante claro que no se puede confiar en que se regulen a sí mismas. Al igual que con la Revolución Industrial, es hora de imponer normas y leyes para frenar la avaricia de estos bandidos de alta tecnología. [el público aplaude] En cualquier otra industria, a una compañía se le exige responsabilidad cuando su producto es defectuoso. Cuando un motor explota o los cinturones de seguridad fallan, las compañías automotrices retiran decenas de miles de vehículos a un costo de miles de millones de dólares. Parece más que justo decirle a Facebook, YouTube y Twitter: Su producto es defectuoso, están obligados a arreglarlo, sin importar cuánto cueste o cuántos moderadores necesite emplear. [el público aplaude; vitorea] En cualquier otra– perdonen En cualquier otra industria puedes ser demandado por el daño que causes. Las personas y las editoriales pueden ser demandadas por difamación. ¡A mí me han demandado muchas veces! [el público ríe] Ahora mismo me está demandando. Alguien que no mencionaré ¡porque podría demandarme otra vez! [el público ríe] Pero las compañías de redes sociales están muy protegidas de estas demandas por contenido publicado por sus usuarios, sin importar qué tan indecente sea, por la Sección 230 de, y prepárense, la Ley de Decencia en las Comunicaciones. ¡Es absurdo! Por suerte, las compañías de internet ya pueden ser consideradas responsables por los pedófilos que usan sus páginas para encontrar a niños. Entonces, yo digo, que también hagamos responsables a estas compañías por quienes usan sus páginas para promover el asesinato colectivo de niños por su raza o su religión. [el público aplaude] Y tal vez las multas no son suficiente. Tal vez es hora de decirle a Mark Zuckerberg y a los directores de estas compañías que ya dejaron que una potencia extranjera interfiriera en nuestras elecciones, ya facilitaron un genocidio en Myanmar. Si lo vuelven a hacer irán a la cárcel. [el público aplaude] Al final, todo se reduce a qué clase de mundo que queremos. En su discurso, Zuckerberg dijo que una de sus metas principales era “defender la libertad de expresión en su definición más amplia”. Suena bien. Pero nuestras libertades no son un fin en sí mismas. También son un medio para otro fin – como dicen aquí en EE. UU: el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Pero hoy estos derechos se ven amenazados por el odio, las conspiraciones y las mentiras. Así que permítanme dejarlos con una sugerencia para un objetivo diferente para la sociedad: El objetivo final de la sociedad debería ser asegurar que nadie sea atacado o acosado o asesinado por ser quien es, el lugar del que viene, por amar a quien ama o por rezar a quien le reza. [el público vitorea; aplaude] Si hacemos ese nuestro objetivo — si damos prioridad a la verdad sobre las mentiras, a la tolerancia sobre el prejuicio, a la empatía sobre la indiferencia, y a los expertos sobre los ignorantes, [el público ríe] entonces quizás, solo quizás, podamos detener a la mayor maquinaria de propaganda de la historia; quizas podamos salvar la democracia y seguir teniendo un sitio para el discurso libre y la libertad de expresión, y, lo más importante, mis chistes seguirán funcionando. Muchas gracias. [vítores y aplausos]