"¡Oh vosotros los que entráis,
abandonad toda esperanza!"
Inscriptas en el dintel
de la puerta del Infierno,
estas ominosas palabras
advierten a Dante lo que le espera
al comenzar su descenso al Infierno.
Pero a pesar del tono tétrico,
esta profecía da inicio a la historia
de amor más grande de todos los tiempos:
un viaje épico que comprende
tanto lo humano como lo divino.
Pero para que Dante
pueda alcanzar la salvación,
primero debe atravesar el Infierno.
Un paisaje de torturas constituye
el escenario del Infierno,
la primera parte
del poema de tres secciones
escrito por Dante Alighieri
en el siglo XIV.
Dante se representa
a sí mismo como protagonista
y desciende a lo más profundo
de las fosas del Infierno,
donde presencia los terribles castigos
en cada uno de sus nueve círculos.
Comienza en el Limbo,
luego viaja por los círculos
de la Lujuria, la Gula, la Codicia,
la Ira, la Herejía,
la Violencia y el Fraude.
Finalmente llega al horrendo
noveno círculo de la Traición,
en que los pecadores están atrapados
y son vigilados por el mismísimo Satanás.
En las dos partes siguientes,
el Purgatorio y el Paraíso,
Dante continúa su viaje:
escala el Monte del Purgatorio
y asciende a través de
las nueve esferas del Cielo.
Escritas a la vez durante más de 10 años,
las tres secciones
conforman "La Divina Comedia",
un relato alegórico
del viaje del alma hacia Dios.
Pero "La Divina Comedia" de Dante es más
que simplemente una alegoría religiosa.
También constituye un ingenioso y mordaz
comentario sobre la política de Italia.
Además de ser soldado
y estadista florentino,
Dante era un ferviente creyente en Dios,
aunque a menudo crítico de
la Iglesia católica apostólica romana.
Desaprobaba principalmente
su descontrolado nepotismo y la simonía,
la compra y venta de favores espirituales
como el perdón por los pecados.
Muchos se aprovecharon
de estas prácticas corruptas,
pero pocos las apoyaron tanto
como los "Guelfi Neri", o güelfos negros.
Se trataba de una facción
política y religiosa
que pretendía expandir
la influencia política del papa.
Dante era miembro de
los "Guelfi Bianchi", o güelfos blancos,
quienes pensaban que Florencia
necesitaba más independencia de Roma.
Como representante público
de los güelfos blancos,
Dante frecuentemente se expresaba
en contra del poder del papa,
hasta que los güelfos negros
se aprovecharon de su posición
para expulsarlo de Florencia en 1302.
Pero en lugar de silenciarlo,
el exilio permanente motivó
a Dante a realizar su más afamada crítica.
Deshonrado y con pocas
esperanzas de regresar,
el autor expresó abiertamente sus quejas
sobre la Iglesia y la sociedad italiana.
Al escribir La Divina Comedia en italiano
y no en el latín tradicional
de las élites educadas,
Dante se aseguró de que
la mayor parte de la población
entendiera su comentario
político y mordaz.
En el círculo del Infierno
de los irascibles,
Dante presencia cómo los pecadores
destrozan al güelfo negro Filippo Argenti.
En el círculo de los fraudulentos,
Dante conversa con un misterioso pecador
que arde en las más flagrantes llamas.
Descubre que se trata
del Papa Nicolás III,
quien comunica a Dante
que sus dos sucesores
tendrán el mismo destino al morir,
pues los tres son culpables
de simonía y corrupción.
A pesar de la imaginería sombría
y en ocasiones violenta del Infierno,
"La Divina Comedia"
también es una historia de amor.
Si bien Dante tuvo un matrimonio arreglado
con la hija de una importante
familia florentina,
también estuvo enamorado
de otra mujer desde los nueve años:
Beatriz Portinari.
A pesar de haberse visto
solamente dos veces,
ella se volvió la musa de Dante,
y fue la inspiración y el tema
de muchas de sus obras.
De hecho, es Beatriz quien impele
su intrépido viaje a través del Infierno
y hasta las terrazas del Purgatorio.
Representada como
una figura fuerte y angelical,
ella guía a Dante a través de
las esferas concéntricas del Paraíso,
hasta llegar a estar,
finalmente, cara a cara con Dios.
En los siglos que siguieron
a su publicación,
los temas del amor, el pecado
y la redención de "La Divina Comedia"
han sido adoptados por numerosos artistas,
como Auguste Rodin, Salvador Dalí,
Ezra Pound y Neil Gaiman.
Y el poeta mismo recibió su tardía
y mundana redención en el 2008,
cuando la ciudad de Florencia finalmente
revocó el anticuado exilio de Dante.