Desde la Antigua Grecia hasta el siglo XX, Aristóteles, Sigmund Freud y muchos otros estudiosos buscaban lo mismo: testículos de anguila. La anguila europea o anguilla anguilla, podía encontrarse en los ríos de Europa, pero nadie la había visto aparearse. Y pese a numerosas disecciones, nadie pudo encontrar huevos de anguila o identificar sus órganos reproductivos. Sin información, los naturalistas propusieron varias teorías. Aristóteles propuso que emergían espontáneamente del lodo. Plinio el Viejo argumentó que se frotaban contra las rocas y los residuos resultantes cobraban vida. Otros decían que nacían en los techos, surgían de las branquias de otros peces, o incluso que surgían de los escarabajos. Pero la verdadera historia de su reproducción es aún más complicada. Y para resolver este misterio los estudiosos tendrían que reformularse siglos de investigaciones. Actualmente, sabemos que su ciclo de vida consta de cinco etapas: larvas leptocéfalas, angulas, angulones, anguilas amarillas y anguilas plateadas. Dadas las grandes diferencias físicas entre estas fases, no sería extraño pensar que son animales diferentes. De hecho, eso es lo que los naturalistas europeos pensaban. Los investigadores sabían de las leptocéfalas y las angulas, pero no pensaron que se relacionaban con los angulones y las anguilas amarillas que vivían a cientos de kilómetros. Además, las anguilas no desarrollan órganos reproductivos hasta más adelante. Y el tiempo que pasan en los ríos de Europa lo pasan como angulones. Entonces, ¿cuándo se reproducen?, ¿y dónde lo hacen? La vida de la anguila europea empieza en las aguas salinas del Triángulo de las Bermudas. En el pico de la temporada anual de ciclones, miles de larvas de anguila salen del mar de los Sargazos. De ahí, siguen trayectorias de migración a Norte América y Europa— continentes que estaban más cerca cuando las anguilas establecieron estas rutas hace 40 millones de años. Durante los próximos 300 días, las larvas siguen las corrientes marinas por 6500 km a la costa de Europa— convirtiéndola en una de las migraciones marinas más largas. Al llegar, habrán crecido aproximadamente 45 mm y se habrán transformado en angulas semitransparentes. Y no sólo cambia su apariencia. Si la mayoría de los peces marinos entraran a las aguas salobres de la costa sus células se llenarían de agua dulce y explotarían. Pero cuando las anguilas llegan a la costa, sus riñones cambian para retener más sal y mantener la salinidad de su sangre. Un sinfín de estos nuevos peces migra a arroyos y ríos, apilándose para deshacerse de obstáculos y depredadores. Aquellos que logran llegar al otro lado, se convierten en angulones. Al haber llegado a sus sitios de caza, los angulones empiezan a comer tanto como puedan. Estos omnívoros crecen en proporción a sus dietas y durante la siguiente década se convierten en anguilas amarillas. En esa etapa, crecen hasta medir unos 80 cm y por fin desarrollan órganos sexuales. Pero la última fase de su vida— y el secreto de su reproducción— sigue siendo un misterio. En 1896, los investigadores identificaron a las leptocéfalas como larvas de anguila y dedujeron que habían llegado a Europa desde el Océano Atlántico. Pero para encontrar este misterioso criadero alguien tiene que hacer un estudio exhaustivo del océano para encontrar larvas de no más de 30mm. Y es aquí donde entra Johannes Schmidt. Durante los siguientes 18 años, este oceanógrafo danés rastreó las costas de cuatro continentes, encontrando leptocéfalas cada vez más pequeñas. Finalmente, en 1921, encontró la más pequeña hasta entonces, en el borde sur del mar de los Sargazos. A pesar de saber sobre su migración, los científicos aún no las han visto aparearse en la naturaleza, ni han encontrado sus huevos. Las principales teorías sugieren que se reproducen en un torbellino de fertilización externa donde los espermas fertilizan huevos flotantes. Pero las fuertes corrientes y las algas del mar de los Sargazos han hecho que esta teoría sea difícil de confirmar. Los investigadores ni siquiera saben dónde buscar, ya que no han podido rastrear una anguila durante el regreso de su migración. Hasta enfrentar estos desafíos, el antiguo misterio de estas anguilas se nos escapará de las manos.