Nos gusta creer que los sentimientos
románticos son algo espontáneo
e indescriptible que nace del corazón.
Sin embargo, lo que en realidad
sucede es que el cerebro realiza
una serie de cálculos complejos
en cuestión de segundos
y esto es la causa
determinante de la atracción.
¿No suena muy poético, no?
Pero que los cálculos
se realicen en el cerebro
no quiere decir que esos sentimientos
cálidos y difusos sólo estén en tu cabeza.
De hecho, todos los cinco sentidos
cumplen una función,
cada uno vota a favor o en contra
de esa atracción incipiente.
La vista es uno de los primeros
ingredientes de la atracción.
Existe una gran variación de
los estándares de atracción visual
entre culturas y épocas.
Signos de juventud,
fertilidad y buena salud,
como tener el cabello largo y brilloso
o una piel tersa y libre de cicatrices,
casi siempre son
los de mayor demanda
porque se los relaciona
con la aptitud reproductiva.
Cuando nuestros ojos
detectan algo que les gusta,
el instinto nos hace acercarnos
para que los otros
sentidos puedan investigar.
El aporte del olfato al romance
es más complejo que la percepción
de perfume o colonia.
El olfato es capaz de detectar
señales químicas naturales
denominadas feromonas.
Éstas no sólo brindan
información importante
del físico o la genética de su emisor
sino que también pueden
activar una respuesta
fisiológica o conductual
en el receptor.
En un estudio, un grupo de mujeres
en distintos momentos de su ciclo ovulatorio
usaron la misma camiseta
durante tres noches.
Luego, se eligió a un grupo
de hombres voluntarios
para oler una de
las camisetas usadas
o una camiseta nueva sin usar.
Las muestras de saliva revelaron
un aumento en los niveles de testosterona
en aquellos que olieron una camiseta
usada por una mujer que ovulaba.
Tal aumento en los niveles
de testosterona
puede darle a un hombre el empujón necesario
para intentar conquistar a una mujer
que quizás no hubiera
notado de otra manera.
El olfato femenino
se siente particularmente
atraído por las moléculas CMH,
[Complejo Mayor de Histocompatibilidad]
que sirven para combatir enfermedades.
En este caso, los opuestos se atraen.
En un estudio en el que se le solicitó
a un grupo de mujeres que olieran
camisetas que habían sido usadas
por distintos hombres,
ellas preferían los olores
de aquellos hombres
cuyas moléculas CMH
eran diferentes de las suyas.
Esto es lógico.
Los genes que producen mayor
diversidad de inmunidades
pueden darle a la descendencia
una gran ventaja en la supervivencia.
El oído también
condiciona la atracción.
Los hombres prefieren mujeres
con una voz aguda, aterciopelada,
y con un espaciamiento
de formantes amplio
porque se relacionan con
un menor tamaño corporal.
Las mujeres, en cambio,
prefieren voces graves
con un espaciamiento
de formantes estrecho
porque sugieren un
mayor tamaño corporal.
Y, como era de esperarse,
el tacto también es
crucial para el romance.
En un experimento,
sin que se dieran cuenta de que
el estudio ya había comenzado,
se les pidió a los participantes que
sujetaran brevemente una taza de café
caliente o frío.
Luego, los participantes
leyeron una historia
acerca de una persona hipotética
y se les solicitó que
evaluaran su personalidad.
Aquellos que sostuvieron
la taza de café caliente
percibieron al personaje de la historia
como una persona más feliz,
más sociable, más generosa y más amable,
mientras que los que
sostuvieron la taza de café frío,
calificaron al personaje como
frío, estoico y antipático.
Si una potencial pareja logra aprobar
todos estos exámenes,
aún queda uno más:
el tan temido primer beso.
Un intercambio complejo y variado
de señales químicas y táctiles,
que incluyen el olor
de nuestro aliento
y el sabor de nuestra boca.
Este momento mágico
es tan crucial
que la mayoría de
los hombres y mujeres
afirman haber perdido
la atracción hacia alguien
luego de un mal primer beso.
Una vez que la atracción se confirma,
el torrente sanguíneo se llena
de norepinefrina,
que se encarga de activar
la reacción de lucha o huida.
El corazón late más rápido,
se dilatan las pupilas,
y el organismo libera glucosa
para obtener energía adicional,
no porque estemos en peligro
sino porque nuestro
organismo nos indica
que algo importante
está sucediendo.
Para que podamos concentrarnos,
la norepinefrina crea
una especie de "visión en túnel"
que bloquea las distracciones
a nuestro alrededor,
e incluso es posible que distorsione
nuestra noción del tiempo
y mejore la memoria.
Esto podría explicar porque nunca
olvidamos nuestro primer beso.
La idea de que
la atracción esté tan
influenciada por sustancias químicas
y por la biología evolutiva
puede parecer fría y científica
en lugar de romántica,
pero la próxima vez que veas
a alguien que te guste,
intenta entender cómo todo tu organismo
está jugando al casamentero
para decidir si ese bello desconocido
es el adecuado para ti.