Cada vez que das un paso,
200 músculos trabajan al unísono
para levantar el pie,
impulsarlo hacia adelante,
y asentarlo.
Es solo una de las miles de tareas
realizadas por el sistema muscular.
Esta red de más de 650 músculos
cubre el cuerpo
y es la razón por la que
podemos pestañear,
sonreír,
correr,
saltar,
y estar de pie.
Incluso es responsable de los
latidos del corazón.
Primero, ¿qué es exactamente
el sistema muscular?
Está compuesto por 3 tipos
de músculos principales:
músculo esquelético, que se conecta a
través de los tendones a nuestros huesos,
músculo cardíaco, que solo se encuentra
en el corazón,
y músculo liso, que recubre los vasos
sanguíneos y ciertos órganos,
como el intestino y el útero.
Los tres tipos están formados
por células musculares,
también conocidas como fibras,
agrupadas juntas.
Estos paquetes reciben
señales del sistema nervioso
que contraen las fibras, que a su vez
genera fuerza y movimiento.
Esto produce casi todos
los movimientos que hacemos.
Unas de las únicas partes del cuerpo
cuyos movimientos no están
gobernados por el sistema muscular son
los espermatozoides,
los cilios pelos en nuestras vías aéreas,
y ciertos glóbulos blancos.
La contracción muscular se puede
dividir en tres tipos principales.
Los dos primeros, acortando las fibras
musculares y alargándolas,
genera fuerzas opuestas.
Así que los bíceps se acortarán mientras
que los tríceps se alargarán o relajarán,
levantando el brazo
y haciéndolo doblar en el codo.
Esto nos permite, por ejemplo,
recoger un libro,
o si la relación muscular
se invierte, bájarlo.
Esta asociación complementaria existe
en todo el sistema muscular.
El tercer tipo de contracción
crea una fuerza estabilizadora.
En estos casos, las fibras musculares
no cambian de longitud,
pero en cambio mantiene
los músculos rígidos.
Esto nos permite agarrar una taza
de café o apoyarnos contra la pared.
También mantiene nuestra postura
al mantenernos en pie.
Los músculos esqueléticos forman
la mayor parte del sistema muscular,
componen alrededor del 30 a 40 %
del peso del cuerpo,
y generan la mayor parte de su movimiento.
Algunos músculos nos resultan familiares,
como los pectorales y los bíceps,
Otros pueden ser menos,
como el buccinador,
un músculo que une
tu mejilla a tus dientes,
o el músculo esquelético
más pequeño del cuerpo,
un fragmento de tejido de
un milímetro de longitud llamado estapedio
que está enclavado
en lo profundo del oído.
Donde sea que estén,
los músculos esqueléticos están
conectados al sistema nervioso somático,
que nos da un control
casi total sobre nuestros movimientos.
Este grupo muscular también contiene
dos tipos de fibras musculares
para refinar nuestros movimientos
aún más, de contracción lenta y rápida.
Las fibras de contracción rápida
reaccionan instantáneamente al activarse
pero rápidamente
usan su energía y se cansan.
Las de contracción lenta,
por otro lado, son células de resistencia.
Reaccionan y usan energía lentamente para
poder trabajar por períodos más largos.
Un velocista acumulará más músculos
de contracción rápida en sus piernas
por la práctica continua,
permitiéndole acelerar,
si brevemente, el ritmo,
mientras que los músculos de la espalda
tienen más músculos de contracción lenta
para mantener tu postura todo el día.
A diferencia de los músculos esqueléticos,
los músculos cardíacos y lisos
son administrados
por el sistema nervioso autónomo
más allá de nuestro control directo.
Eso hace latir tu corazón
aproximadamente 3 mil millones de veces
en el transcurso de tu vida,
lo que suministra al cuerpo
sangre y oxígeno.
El control autónomo también contrae
y relaja el músculo liso
en un ciclo rítmico.
Eso bombea sangre a través de las paredes
internas lisas de los vasos sanguíneos,
contrae el intestino lo que empuja
los alimentos por el sistema digestivo,
y permite que el útero se contraiga
cuando una persona está dando a luz.
Los músculos al funcionar, usan energía y
crean un subproducto importante, el calor.
De hecho, el músculo proporciona
alrededor del 85 % de tu calor,
que el corazón y los vasos sanguíneos
extienden uniformemente por todo el cuerpo
a través de la sangre.
Sin eso, no podríamos mantener
la temperatura necesaria
para nuestra supervivencia
El sistema muscular puede ser en
gran medida invisible para nosotros,
pero deja su marca en casi
todo lo que hacemos,
ya sea un abrir y cerrar de ojos o
una carrera hacia la línea de meta.