¿Has hablado alguna vez con
un amigo sobre un problema
solo para darte cuenta de que
simplemente no parece comprender
por qué eso es tan importante para ti?
¿Has propuesto alguna vez
una idea delante de un grupo
y fue recibida con desconcierto?
¿O quizás involucrado en una discusión
en la que la otra persona
de repente te acusa
de no escuchar en absoluto lo que dice?
¿Qué está pasando aquí?
La respuesta es la falta de comunicación
y de una manera u otra,
todos hemos pasado por esto.
Puede llevar a confusión,
animosidad, malentendidos,
incluso estrellar una sonda de miles
de dólares en la superficie marciana.
La verdad es que incluso
en una conversación cara a cara
en un mismo lugar,
y en el mismo idioma,
la comunicación humana
se vuelve increíblemente compleja.
Pero la buena noticia es que
una comprensión básica de lo que
sucede cuando nos comunicamos
puede evitar una comunicación deficiente.
Durante décadas, los investigadores
se han preguntado qué ocurre
cuando nos comunicamos.
La teoría del modelo de transmisión
concibe la comunicación como un mensaje
dirigido de una persona
directamente a otra,
parecido a alguien que
lanza una pelota y se aleja.
Pero, en realidad,
este modelo simplista no cuenta con
la complejidad de la comunicación.
Aquí es donde el modelo transaccional
reconoció los muchos retos
que presenta la comunicación,
modelo mediante el cual
la intercomunicación
se perfila más bien como un juego
donde la pelota se pasa de uno a otro
porque mientras transmitimos el mensaje,
recibimos una respuesta del participante.
Durante esta interacción
creamos juntos los significados.
Pero durante este intercambio
surgen problemas adicionales.
No es como en Star Trek
donde se pueden comunicar telepáticamente
y así compartir
los pensamientos y sentimientos.
Los humanos enviamos y recibimos mensajes
que por naturaleza son subjetivos.
Cuando nos comunicamos,
interpretamos el mensaje
de una manera diferente a la persona
con quien nos estamos comunicando,
que a la vez tiene su propia
interpretación del mensaje.
Nuestros filtros subjetivos
cambian constantemente
los significados y las interpretaciones.
¿Recuerdas el juego de pelota?
Imagínalo con una pelota de arcilla.
Cada vez que un jugador la toca,
cambia de forma, ajustándose
a cada percepción individual
y en función de cualquier
número de variables,
como la comprensión, la experiencia
previa, la edad, la raza, el género,
la raza, la religión
o la herencia familiar.
Al mismo tiempo, cada uno
interpreta el mensaje recibido
en base a las relaciones
que mantiene con los demás
y en base a su comprensión personal
del significado y las connotaciones
de las palabras que se usan.
Otros factores pueden también
distorsionar la comunicación
por ejemplo el tráfico
o un estómago vacío.
Hasta las emociones pueden
nublar la comprensión,
y cuanto más personas
participan en la conversación
--cada uno con sus propia subjetividad--
más aumenta de forma exponencial
la complejidad de la comunicación.
Así que mientras que la pelota
de arcilla pasa de mano a mano,
transformada, remodelada
y en constante cambio,
no es de extrañar que a veces
se producen fallas en la comunicación.
Pero por suerte, algunas reglas simples
pueden ayudarnos a interactuar
y comunicarnos mejor cada día.
Primera regla:
reconocer la diferencia
entre la escucha pasiva y activa.
Reacciona activamente a las respuestas
verbales y no verbales de los demás
y ajusta tus mensajes para que
faciliten una mejor comprensión.
La segunda:
escucha con los ojos, los oídos
y también con tu instinto.
Recuerda que la comunicación
es más que solo palabras.
La tercera:
tómate tiempo para entender
mientras los otros intentan comprenderte.
En la carrera por expresarnos
es fácil olvidar que la comunicación
es un canal de doble sentido.
Mantente receptivo
a lo que el otro puede decir.
Y finalmente, la cuarta:
sé consciente de tu propia subjetividad.
Factores como la experiencia,
la cultura, la comunidad y la familia
influyen en la manera de ver el mundo.
Di: "Yo veo el asunto de esa manera,
¿pero tú como lo ves?"
No supongas que tu percepción
es la verdad objetiva.
Esto ayudará a mantener
un diálogo con el otro
y llegar juntos a un entendimiento común.