Mientras me preparaba para mi charla
reflexionaba sobre mi vida
y trataba de descubrir
cuándo y dónde exactamente
empezó mi viaje.
Ha pasado mucho tiempo,
y simplemente no he podido determinar
el principio, el medio
o el final de mi historia.
Solía pensar que mi comienzo
fue una tarde en mi comunidad
cuando mi madre me dijo que
ya me había escapado de 3 matrimonios
arreglados a la edad de 2 años.
O cuando una noche se fue la luz
durante 8 horas en la comunidad,
y mi padre se sentó,
rodeado por todos nosotros,
para contarnos historias de cuando de
niño luchaba para poder ir a la escuela
mientras que su padre, un granjero,
quería que trabajara en el campo con él.
O esa noche oscura cuando tenía 16 años
y 3 niños pequeños vinieron a mí
y me susurraron al oído
que a mi amiga la habían asesinado
por algo llamado asesinato de honor.
Ahí me di cuenta,
por lo que yo sé que estos momentos
han contribuido a mi viaje,
han influido en mi viaje
pero estos no han sido
el comienzo del mismo,
el verdadero comienzo de mi viaje
fue ante una casa de barro
en el alto Sindh de Pakistán,
donde mi padre sostuvo la mano
de mi madre de 14 años
y decidieron salir de la aldea
para ir a una ciudad para poder
enviar a sus hijos a la escuela.
En cierto modo, siento que mi vida
es el resultado de algunas
decisiones sabias que tomaron.
Y al igual que otras de
sus decisiones, esto fue
para mis hermanos y para mí una forma
de estar conectados a nuestras raíces.
Mientras vivíamos en una comunidad
que recuerdo con cariño llamada Rebabad
que significa comunidad de los pobres,
mi padre se aseguró de que también
tuviéramos una casa
en nuestro pueblo rural.
Yo soy de una tribu indígena
de las montañas de Beluchistán
llamada brahui.
Brahui o brohi, significa habitante
de la montaña, y también es mi idioma.
Gracias a reglas
muy estrictas de mi padre
de establecer conexión
con nuestras costumbres,
tuve una vida hermosa de canciones,
culturas, tradiciones, historias,
montañas, y un montón de ovejas.
Pero viviendo en 2 extremos
entre las tradiciones de
mi cultura, de mi pueblo,
y la educación moderna
en mi escuela no fue fácil.
Yo era consciente de ser
la única chica que tenía esa libertad,
y me sentía culpable por ello.
Mientras iba a la escuela
en Karachi y Hyderabad,
muchas de mis primas y amigas
de la infancia se iban a casar,
con hombres mayores,
algunas como contrapartida,
algunas incluso como segundas esposas.
Llegué a ver la hermosa tradición
y su desvanecimiento ante mí
cuando vi que el nacimiento de
una niña se celebraba con tristeza,
se pedía a las mujeres tener paciencia
ya que esa era principal virtud.
Hasta los 16 años
curé mi tristeza llorando,
sobre todo por las noches
cuando todo el mundo dormía
sollozaba en mi almohada,
hasta que una noche, me enteré
de que mi amiga fue asesinada
en nombre del honor.
Los crímenes de honor son una costumbre
en la que los hombres y las mujeres
sospechosos de tener relaciones
antes o fuera del matrimonio,
son asesinados por su familia.
Por lo general, el asesino es el hermano,
el padre o el tío de la familia.
La ONU informa que se perpetran unos
1000 asesinatos de honor cada año
en Pakistán y estos son
solo los casos reportados.
Una costumbre que asesina
no tiene ningún sentido para mí,
y ya sabía que tenía que hacer algo
al respecto por aquel entonces.
No iba a llorar hasta quedarme dormida.
Haría cualquier cosa para detenerlo.
Tenía 16 años, empecé a escribir poesía
y yendo de puerta en puerta hablaba
a todo el mundo de los crímenes de honor
y por qué ocurre, por qué debe parar
intentando sensibilizar al respecto
hasta encontrar una mejor manera
de manejar este problema.
Entonces vivíamos en una casa pequeñita,
de una sola habitación en Karachi.
Cada año, durante la temporada del
monzón, nuestra casa se inundaba,
con agua de lluvia y aguas residuales,
y mi mamá y papá achicaban el agua.
En esos días, mi padre trajo a casa
una máquina enorme, una computadora.
Tan grande que casi ocupaba la mitad
de la única habitación que teníamos,
y tenía muchas piezas y cables
que debían conectarse.
Pero era lo más emocionante
que nos había sucedido
a mis hermanas y a mí.
Mi hermano mayor Ali estaba a cargo
del cuidado de la computadora,
y a todos nosotros se nos daban de
10 a 15 minutos cada día para usarla.
Siendo la mayor de 8 hijos,
era la última en usarla,
y eso después de
haber lavado los platos,
limpiado la casa, haber
cocinado la cena con mi mamá,
y haber extendido las mantas
en el suelo para dormir,
y después de eso,
encendía la computadora,
me conectaba a Internet,
y tenía pura alegría y asombro
de 10 a 15 minutos.
En aquellos días, descubrí
un sitio web llamado Google.
[Google]
(Risas)
En mi deseo frenético de hacer
algo contra esta costumbre,
hice uso de Google y descubrí Facebook,
un sitio web donde la gente puede
conectarse con cualquiera del mundo.
Y así, desde mi pequeña habitación,
con techo de cemento en Karachi,
me conecté con gente del Reino Unido,
EE.UU., Australia y Canadá,
y creé una campaña llamada
WAKE UP [Despertar] en contra
de los asesinatos de honor.
Creció muchísimo en
tan solo unos meses.
Logré mucho apoyo de todo el mundo.
Los medios se conectaron con nosotros.
Muchos se fueron sumando para contribuir
a crear conciencia con nosotros.
Llegó a ser tan grande que pasó de
estar en línea a estar las calles
de mi ciudad natal, donde
hacíamos mítines y huelgas
intentando cambiar las políticas en
Pakistán para apoyar a las mujeres.
Y si bien pensé que todo era perfecto,
mi equipo, que era básicamente
mis amigos y vecinos en ese momento,
pensé que todo iba tan bien,
que no teníamos ni idea de la
gran oposición que nos vendría.
Mi comunidad se puso
en pie en nuestra contra,
diciendo que difundíamos
un comportamiento no islámico.
Desafiábamos las costumbres
centenarias de esas comunidades.
Recuerdo que mi padre
recibía cartas anónimas
diciendo: "Tu hija está
extendiendo la cultura occidental
en las sociedades con honor".
Nuestro auto fue apedreado.
Un día fui a la oficina y
encontré nuestro cartel de metal
abollado y roto como si mucha gente
lo hubiera golpeado con algo pesado.
Las cosas se pusieron tan mal
que tuve que esconderme.
Yo subía las ventanillas del auto,
ocultaba mi cara, no hablaba en público,
pero con el tiempo la situación
empeoró cuando mi vida fue amenazada,
y tuve que salir, volver a Karachi,
y detener nuestras acciones.
De vuelta en Karachi, a los 18 años,
pensé que era el mayor
fracaso de mi vida.
Estaba devastada.
Siendo adolescente, me culpaba
por todo lo que pasó.
Y resulta que, al empezar a reflexionar,
nos dimos cuenta de que, en realidad,
mi equipo y yo éramos culpables.
Había dos grandes razones por las que
nuestra campaña fracasó estrepitosamente.
La primera razón era que
estábamos en pie contra los valores
fundamentales de las personas.
Decíamos que no a algo que
era muy importante para ellos,
desafiando su código de honor,
hiriéndolos profundamente en el proceso.
Y la segunda razón, muy importante
para aprenderla yo,
y con sorpresa debía aprender,
es que no incluimos
a los verdaderos héroes
que deberían luchar por ellos mismos.
Las mujeres de la aldea no tenían idea de
que luchábamos por ellas en las calles.
Cada vez que volvía, encontraba
a mis primas y amigas con
pañuelos tapando sus rostros,
y yo les preguntaba: "¿Qué pasó?"
Y ellas: "Nuestros maridos
nos golpearon".
¡Pero si estamos trabajando
en las calles por Uds.!
Estamos cambiando las políticas.
¿Cómo es que esto no afecta a sus vidas?
Entonces nos dimos cuenta de algo que
era muy sorprendente para nosotros.
Las políticas de un país
no necesariamente afectan a las
comunidades tribales y rurales.
Fue devastador. ¿Cómo poder
realmente hacer algo al respecto?
Y nos dimos cuenta de que
hay una enorme brecha
entre las políticas oficiales
y la verdad real sobre el terreno.
Así que esta vez, nos dijimos,
vamos a hacer algo diferente.
Vamos a ser estrategas,
y volvamos allá a pedir disculpas.
Sí, a disculparnos.
Volvimos a las comunidades
y dijimos que estamos
avergonzados por lo que hicimos.
Estamos aquí para disculparnos
y para hacer las paces con Uds.
¿Cómo lo hacemos?
Fomentaremos 3 de sus
principales culturas.
Sabemos que es la música,
la lengua y el bordado.
Nadie nos creyó.
Nadie quería trabajar con nosotros.
Tuvimos muchas discusiones
con estas comunidades
hasta que se convencieron de
que fomentaríamos su idioma
haciendo un folleto de sus historias,
fábulas y cuentos antiguos de la tribu,
y que fomentaríamos su música
haciendo un CD con canciones de la tribu
y con algunos sones de tambores.
Y la tercera, que era mi favorita,
fomentamos sus bordados
creando un centro en el pueblo
donde las mujeres venían
todos los días a bordar.
Y así empezó todo.
Trabajamos con una aldea y
empezamos con nuestro primer centro.
Era un día hermoso.
Empezamos en el centro.
Las mujeres venían a bordar,
y vivían un proceso de
cambio de educación,
aprendiendo sus derechos, lo que dice
el Islam sobre sus derechos,
y el desarrollo empresarial,
cómo pueden generar dinero,
y luego cómo pueden
generar dinero de dinero,
cómo pueden luchar contra las
costumbres que han destruido sus vidas
desde hace tantos siglos,
porque en el Islam, en realidad,
las mujeres se supone que están
a la par con los hombres.
Las mujeres tienen tantos derechos
que no hemos escuchado
que no han escuchado,
que teníamos que decirles
lo que debían saber
dónde estaban sus derechos
y cómo hacer uso de ellos,
por qué ellas pueden hacerlo
y nosotros no podemos.
Este fue el modelo que, en realidad,
funcionó, sorprendente.
A través del bordado,
fomentábamos sus tradiciones.
Fuimos al pueblo.
Movilizamos la comunidad.
Hicimos un centro al
que vendrían 30 mujeres
durante 6 meses para aprender del
valor añadido del bordado tradicional,
del desarrollo empresarial, habilidades
para la vida, educación básica,
y sobre sus derechos y cómo decir
que no a esas costumbres
y cómo destacarse como líderes
para ellas y para la sociedad.
Tras 6 meses, dábamos acceso a las
mujeres a préstamos y a los mercados
donde poder convertirse en empresarias
locales en sus comunidades.
Pronto llamamos a este proyecto Sughar.
Sughar es una palabra local usada
en muchas lenguas en Pakistán.
Significa mujeres
cualificadas y satisfechas.
Sinceramente, creo, que para crear
mujeres líderes, hay que hacer una cosa:
Simplemente hacerles saber que tienen
lo que se necesita para ser una líderes.
Estas mujeres que ven aquí,
tienen grandes habilidades
y potencial para ser líderes.
Debíamos eliminar las barreras
que las rodeaban,
y eso es lo que decidimos hacer.
Pero entonces, cuando
pensábamos que todo iba bien,
una vez más, todo iba fenomenal
encontramos el siguiente contratiempo:
Muchos hombres empezaron a notar
los cambios en sus esposas.
Ellas hablaban más, tomaban decisiones,
Dios mío, ella está mandando en la casa.
Ellos no las dejaron venir a los centros,
y esta vez, pensamos que el tiempo
era la estrategia número 2.
Fuimos a la industria
de la moda en Pakistán
y decidimos investigar qué ocurre allí.
La industria de la moda en Pakistán
es muy fuerte y está creciendo día a día,
pero hay una menor contribución
de las áreas tribales
especialmente de las mujeres.
Así que decidimos lanzar la primera
marca de moda de mujeres tribales,
que ahora se llama Nomads.
Y así, las mujeres empezaron a ganar más,
empezaron a contribuir
financieramente más a la casa,
y los hombres tuvieron que pensar
antes de decirles a ellas que no
cuando iban a los centros.
(Aplausos)
Gracias, gracias.
En 2013, lanzamos nuestro primer
Sughar Hub en lugar de un centro.
Nos asociamos con TripAdvisor
y creamos una pabellón de cemento
en el medio de un pueblo
e invitamos a otras muchas
organizaciones a trabajar ahí.
Hemos creado esta plataforma para
organizaciones sin ánimo de lucro
para que puedan trabajar
sobre las demás cuestiones
que Sughar no está atendiendo
y que ofrece la facilidad
para dar capacitaciones,
para utilizarlo como escuela granja
e incluso como mercado,
y para lo que se quiera usar
y lo que han estado haciendo
es realmente asombroso.
Y hasta ahora, hemos podido
apoyar a 900 mujeres
en 24 aldeas de Pakistán.
(Aplausos)
Pero eso en realidad
no es lo que quiero.
Mi sueño es llegar a un millón
de mujeres en los próximos 10 años,
y para asegurarme de que sucede,
este año lanzamos la
Fundación Sughar en EE.UU.
Esta no solo financiará Sughar, sino
muchas organizaciones en Pakistán
para replicar la idea
y encontrar formas más innovadoras
que liberen el potencial de
las mujeres rurales en Pakistán.
Muchas gracias.
(Aplausos)
Gracias. Gracias. Gracias.
Chris Anderson: Khalida, eres
la fuerza de la naturaleza.
Quiero decir, esta historia,
parece increíble.
Es increíble que alguien
tan joven pueda lograr tanto
con tanta fuerza e ingenio.
Así que tengo una pregunta:
Es un sueño espectacular dar
poder a un millón de mujeres,
¿cuánto del éxito actual
depende de ti,
de la fuerza de tu
personalidad magnética?
¿Cómo escalar?
Khalida Brohi: Creo que
mi trabajo es inspirar,
expandir mi sueño.
No puedo enseñar a hacerlo, porque
hay muchas maneras diferentes.
Hemos experimentado solo 3 maneras.
Existen cientos de formas de liberar
el potencial de las mujeres.
Doy inspiración y ese es mi trabajo.
Seguiré haciéndolo.
Sughar seguirá creciendo.
Planeamos llegar a 2 pueblos más,
y pronto creo que ampliaremos
fuera de Pakistán
en el sur de Asia y más allá.
CA: Me encanta que cuando hablaste
de tu equipo en la charla,
quiero decir, cuando
entonces tenías 18 años,
¿cómo era este equipo?
Eran amigos de la escuela, ¿no?
KB: ¿Cree la gente aquí
que a mi edad
se supone que tengo que
ser abuela en mi pueblo?
Mi madre se casó a los 9 años
y soy la mujer más vieja no casada
y no hago nada de mi vida, en mi pueblo.
CA: Espera, espera, ¿sin hacer nada?
KB: No.
CA: Tienes razón.
KB: La gente siente lástima
por mí, muchas veces.
CA: ¿Pero cuánto tiempo pasas
ahora de nuevo en Beluchistán?
KB: Yo vivo allí.
Vivimos todavía, entre Karachi
y Beluchistán.
Todos mis hermanos van a la escuela.
Sigo siendo la mayor de 8 hermanos.
CA: Pero lo que haces es, sin duda,
una amenaza para algunas personas allí.
¿Cómo se maneja la seguridad?
¿Te sientes segura?
¿Hay problemas con esto?
KB: Esta pregunta me
la han hecho muchas veces,
y siento que la palabra "miedo"
simplemente llega a mí y luego se cae,
pero hay un miedo diferente a ese.
El temor de que si me matan,
¿qué pasaría con la gente
que me ama tanto?
Mi mamá me espera hasta tarde
en la noche a que vuelva a casa.
Mis hermanas quieren
aprender mucho de mí,
y hay muchas chicas de mi comunidad
que quieren hablar conmigo
y me preguntan cosas diferentes,
y recientemente me comprometí
para casarme. (Risas)
(Aplausos)
CA: ¿Está aquí? Tienes
que ponerte de pie.
(Aplausos)
KB: Escapando de matrimonios arreglados,
elegí mi propio marido
por todo el mundo en Los Ángeles,
un mundo muy diferente.
Tuve que luchar todo un año.
Esa es una historia totalmente diferente.
Pero creo que eso es lo único
que me da miedo,
y no quiero que mi mamá no vea a nadie
cuando ella me espera por la noche.
CA: Las personas que quieren
ayudarte en tu camino,
¿pueden comprar
algunas de estas ropas
que llevas puestas
que se hicieron realidad,
por el bordado en Beluchistán?
KB: Sí.
CA: ¿O pueden participar en la fundación?
KB: Seguro. Buscamos a
tantas personas como podamos,
porque ahora que la base
está en el proceso de inicio,
intento aprender a operar,
cómo conseguir financiación
o llegar a más organizaciones,
especialmente vía comercio electrónico,
que es muy nuevo para mí.
Quiero decir, no soy una persona
de la moda, créeme.
CA: Ha sido increíble tenerte aquí.
Por favor, sigue siendo valiente, sigue
inteligente y, por favor, estate a salvo.
KB: Muchas gracias.
CA: Gracias, Khalida. (Aplausos)