Hola a todos.
Es maravilloso estar aquí.
Es bueno estar en el escenario
del antiguo auditorio, en mi escuela
y es un honor estar aquí,
en el escenario de TEDx.
Y como todos Uds., aquí estoy.
Soy contador de historias,
algunos me llaman artista,
pero soy narrador de historias.
Y estoy aquí para
contarles mi historia.
Cuando me pidieron
que diera una TEDTalk
tuve que googlearlo
para saber qué era
y una de las presentadoras me dijo
que estaba todo bien
hasta que subió al escenario,
vio el reloj y se dio cuenta
la forma en que corrían los minutos
le recordaba mucho una bomba.
(Risas)
Como ven, soy de Afganistán
y eso sería lo último
que quisiera recordar.
A comienzos de año regresé a Afganistán
con mi padre y tomamos esta foto
en la parte trasera de nuestra casa,
en un minúscula aldea en Joghori.
Esta es una puesta de sol sobre las montañas negras
que se ven en la parte de atrás.
Tomamos esta foto en el valle
que se extiende frente a la casa
y allí estoy con uno
de los chiquillos del lugar.
Otra foto que tomamos allí,
con esa puerta verde,
la puerta verde de la casa donde crecí.
Allá por el 2001,
cuando los talibanes estaban
en el cénit de su poder, todo cambió.
¿Qué vemos o pensamos
al escuchar la palabra "Afganistán"?
¿Qué es lo que nos viene a la cabeza?
Los soldados, las bombas, las muertes,
los artefactos explosivos improvisados...
como esos que mataron a 5
de nuestros valientes soldados
hace apenas 2 semanas...
pero esta es mi Afganistán.
Esto me viene a la cabeza
cuando pienso en mi país.
Así que en el 2001, cuando los talibanes
se apoderaron del gobierno,
y estaban en el cénit de su poder,
la vida era difícil.
Todo esto desapareció.
Se violaron los derechos humanos
más elementales.
Las mujeres fueron obligadas
a quedarse en casa.
A quedarse sin educación
o se les impidió impartirla.
Los hombres fueron forzados
a dejarse crecer la barba
y aceptar las decisiones
del comandante local.
Sea cual fuese esa decisión.
La vida tal como la conocíamos
había cambiado.
Así que esto era el 2001...
mi familia y yo somos parte
de una minoría étnica,
los jázaros, y éramos
perseguidos y ejecutados.
Éramos vistos por los talibanes y su gente
como un tumor que había
que extirpar y eliminar.
Para entretener en los recesos
de los partidos de fútbol local
a mi gente la traían al centro del campo
para asesinarla a pedradas.
La educación en masa
era el precio de la desobediencia.
Así que como estaban las cosas,
mi padre tomó la decisión
de sacar a nuestra familia del país.
Empezar de nuevo,
en un sitio nuevo.
Y ese nuevo comienzo
sería en Australia.
Así que nos fuimos
en la primavera del 2001.
Bajo la oscuridad de la noche,
llegamos a Karachi, en Pakistán.
Estando apenas en un país vecino,
la vida ya era distinta.
Vivíamos en un apartamento de un cuarto
mientras se arreglaban
nuestros papeles de viaje.
En Pakistán cumplí los 7 años.
Indonesia sería nuestro próximo destino.
Puedo recordar claramente mi travesía
porque era la primera vez
que subía a un avión.
Ciertamente no éramos
miembro del Star Alliance
--no en Nueva Zelanda--.
Apretujados en un viejo
y destartalado avión,
no sé ni cómo estábamos vivos
cuando aterrizamos en Indonesia.
¡Ah, qué diferencia!
El calor, la humedad, las bananas,
la infinitud del mar.
¿Dónde diablos estábamos?
Nos quedamos en Indonesia 2 meses
mientras nuevamente se arreglaban
los papeles de viaje.
Teníamos que conseguir un barco,
alguien que nos llevara a Nueva Zelanda.
Claro que en ese momento no
pensábamos en Nueva Zelanda
sino en Australia. Ni siquiera sabíamos
que existía esta pequeña isla país.
Entonces, una noche
--ya habían pasado 2 meses--
mi madre me despertó
y me dijo: "Nos vamos".
Y yo, sin saber,
sin la más mínima idea,
solo tenía 7 años,
dije: "Bien, pues vámonos".
Nos íbamos esa misma noche, ¡guau!
Así que recogí la mayor
cantidad de ropa que pude
y la metí en mi maleta,
tratando de no llenarla toda.
En el medio de la noche, nos pusieron
rápidamente en un autobús,
y todo estaba oscuro, no se veía nada.
De allí nos llevaron rápidamente
al puerto de Merak en Indonesia.
En el puerto nos encontramos
con otras familias de jázaros,
que también
escapaban de las atrocidades
de nuestro país.
Pero no podíamos ver a nadie,
distinguir cuántos éramos y eso.
De allí nos metieron
rápidamente en el interior
de un barco desconocido,
y no entendíamos...
sabíamos que estábamos
en un puerto porque oíamos
el golpe de las olas,
pero no sabíamos
dónde estábamos, solo
nos habían metido en un barco...
¿Pero, qué barco era este?
¿Qué tan grande era?
Al día siguiente ya pude
explorar mejor el barco,
el MV Palapa 2, como se le conocía.
No quiero ni imaginarme
lo que le pasó al Palapa 1. (Risas)
El MV Palapa 2 era un barco pesquero
y como a pescados, nos metieron
a los 438, en su mayoría afganos,
apretujados en un espacio
diseñado solo para 40.
Me acuerdo que tenía
ganas de ir al baño
pero cuando descubrí
que era un simple hueco
en la cubierta que se abría
directamente al océano,
se me fueron las ganas.
Al segundo día,
el motor dejó de funcionar
y esa misma noche hubo una tormenta;
fue el momento de mayor miedo
en toda la travesía.
No para mí, sino para todos los demás;
como niño, esto era una gran aventura.
Pero si se ponen en el lugar de mi padre,
que pensaba que nos estaba
dando una nueva oportunidad,
un nuevo comienzo para su familia,
y ahora terminar en esta situación,
donde nuestros destinos estaban
a merced de las olas...
pensó que nos había
condenado a muerte.
Los hombres habían llegado
al punto más bajo de sus vidas.
Aún hoy cuando miro hacia atrás, pienso,
¿cómo diablos sobrevivimos esa noche?
Porque fue un milagro.
En ese momento todos los hombre rezábamos
y le pedíamos a Dios que,
por favor, nos salvara,
o que, si nos ahogábamos,
que las olas nos llevaran
a la orilla para que fuésemos
enterrados en tierra firme.
Pero al día siguiente, se calmó todo
y un pequeño avión
sobrevoló nuestro barco,
así que imagínense
la esperanza que teníamos de que
este avión nos vería
y de que seríamos rescatados.
Pero no pasó nada.
Un hombre que estaba
en la parte posterior
del auditorio y que sabía
un poco de inglés
escribió las letras S.O.S.
y lo subió para que el próximo avión
que pasara lo viera, y pasó,
pero otra vez, no ocurrió nada.
De la mañana pasamos a la noche,
y nuevamente habíamos
perdido nuestras esperanzas.
Pero esa noche, Dios escuchó
nuestras oraciones
porque de lo lejos, llegó el MV Tampa...
El MV Tampa era un barco
carguero noruego que iba
de Fremantle en Wiston,
Australia, a Singapur
y había recibido
la señal de auxilio que
el capitán había enviado.
Ese es nuestro pequeño
barco anclado junto
al MV Tampa.
Tan pronto subimos a la última persona,
el Palapa se hundió.
Con él se hundieron todas las cosas
que habíamos traído
de Afganistán y Pakistán para comenzar
una nueva vida en otra parte.
Todo se hundió y se fue
al fondo del océano Índico.
Aquí ya nos queríamos ir...
dormíamos en contenedores vacíos
y rezábamos en la cubierta.
Queríamos llegar a Australia,
a la Isla de Navidad,
porque estaba bajo control
del gobierno australiano
y seguramente allí nos recibirían
y enviarían a Australia.
Así que aquí estábamos,
en la última etapa de nuestra travesía.
Pero Australia se encontraba
en época de elecciones
y las leyes habían cambiado...
John Howard cerró las puertas de Australia
para beneficiar su campaña,
así que el capitán Rinnan
--un hombre valiente, arriesgado---
decidió ir directo a la Isla de Navidad,
pero a 10 kilómetro de la isla
fuimos devueltos a alta mar por el SAS
[Servicio Aéreo Especial].
Bajo la presión de sus jefes,
Rinnan ya no podía tenernos a bordo
porque tenía que descargar en Singapur.
Como ya no podíamos quedarnos en su barco,
nos cambiaron y fuimos transferidos
al HMS Minora, una fragata de la Armada.
Era mejor porque teníamos camas
y duchas, pero aún no teníamos
un sentido de dirección.
Estábamos esperando en medio
del océano sin tener a dónde ir.
Mientras esperábamos pasó lo del 11-S,
pero no nos enteramos.
Nueva Zelanda nos irguió una carpa.
¿Quién y qué es Nueva Zelanda?
(Risas)
Eso era lo que pensábamos,
pero no nos importó porque
Nueva Zelanda fue el final
de nuestra travesía de 6 meses
desde esa pequeña aldea
que Uds. vieron en la primera foto.
Así que llegamos a Nueva Zelanda
el 28 de septiembre de 2001
y en la pista de aterrizaje del aeropuerto
de Auckland nos sentimos en casa.
Por primera vez,
pisamos tierra firme,
y de allí fuimos transferidos
al Centro de Refugiados Mangere.
Llegamos a Christchurch,
donde hemos vivido
en los últimos 11 años.
Aquí estamos mi padre y yo
cuando regresamos
este sábado a Afganistán.
Pensar de dónde venimos
y dónde estoy ahora,
y en cómo estoy hoy en este escenario,
es una historia de esperanza
que les vine a contar y transmitir.
Ahora todos estamos pasando
por un momento difícil
pero este país fue la última tierra
en ser colonizada.
Todos en este auditorio
somos inmigrantes,
refugiados, o descendientes
de alguno de los mencionados.
Esto ha enriquecido
para siempre nuestra identidad
y la de las personas que vienen
de todas partes del mundo.
Como mensaje final quiero decirles
que todos estamos pasando
por un momento difícil
pero no debemos perder la esperanza
porque hay otras personas
que están pasando momentos más difíciles.
Todos tenemos el poder
de hacer la diferencia,
ahora que me gradúo de este escenario
y voy a camino a la Universidad,
me pregunto:
"¿Cómo puedo hacer la diferencia?"
Pero la verdad es que todos tenemos
el poder de hacer la diferencia.
Y eso puede ser tan fácil como escuchar
a alguien contar su historia.
Gracias.
(Aplausos)
(Moderador) No te vayas todavía,
quédate aquí.
Vamos a hablar un poco de tu familia.
(Aplausos)
(Moderador) La palabra "Tampa" ya tiene un
lugar importante en la historia,
así que conocer a alguien que vino
del Tampa es un verdadero honor.
Preguntabas: "¿Quién o qué es Nueva Zelanda?"
Y la respuesta más sencilla
es que, "¡Eres tú!",
pero tú no viniste solo...
Y nos gustaría reconocer
a tus familiares y amigos
que hoy están en la audiencia,
¿por favor, se pueden poner de pie?
Allí están. De veras, muchas gracias.
(Aplausos)