Nunca olvidaré
la sensación que tuve al ver el mar
y pisar el barco por primera vez.
Y, para esa niña de cuatro años,
fue la mayor sensación de libertad
que podría haber imaginado.
En aquella edad, sentía
que, me encantaría, algún día,
navegar por todo el mundo.
En febrero de 2005,
Ellen estableció un nuevo récord mundial
de circunnavegación del globo
en solitario.
Cuando partimos en esos viajes,
llevamos con nosotros
todo lo que necesitamos para sobrevivir.
Lo que tengamos es todo lo que hay.
Nos las arreglamos con lo que tenemos,
cada gota de diésel,
cada paquete de comida.
Es esencial, o no llegaremos al final.
Entonces me pregunté:
"¿Por qué nuestro mundo es diferente?"
Nuestros recursos son limitados,
disponibles una vez
en la historia de la humanidad.
Metales, plásticos, fertilizantes.
Lo extraemos todo de la tierra
y lo agotamos.
¿Cómo puede funcionar eso a largo plazo?
Seguro que habría alguna manera
de usar los recursos del mundo
para aprovecharlos y no agotarlos.
Esa era la pregunta que me hacía,
y me llevó mucho tiempo
llegar a darme cuenta
de que la economía puede funcionar
de otra manera,
que podemos usar los materiales
de otra manera.
Y eso sería la economía circular.
La economía actual
es predominantemente extractiva.
Lineal.
Tomamos algo del suelo,
lo convertimos en otra cosa,
y al final de la vida de ese producto
lo desechamos.
No importa con cuánta eficiencia
usemos los materiales dentro del sistema,
aunque fabriquemos ese producto
con menos energía o menos materiales,
se va a seguir agotando al final.
Si en nuestra cabeza lo cambiamos
a un modelo circular,
en el que diseñamos un producto,
tomamos un material del suelo,
o lo ideal sería tomar material reciclado,
usarlo dentro del producto
pero su diseño permite recuperar
los materiales desde el principio.
No crearíamos desechos ni contaminación.
¿Por qué crearlos
en un mundo con recursos limitados?
Se trata del diseño técnico.
Hoy, si queremos una lavadora,
tenemos que pagar un impuesto,
poseemos todos los materiales,
y cuando se rompe, inevitablemente,
pagamos otro impuesto, el del vertedero.
En un sistema circular, todo eso cambia.
No poseemos la lavadora:
pagamos por lavado.
El fabricante de la lavadora la mantendría
y se aseguraría de que,
cuando la lavadora deje de funcionar,
se la lleven,
sepan lo que lleva dentro,
y puedan recuperar los materiales.
Así creamos a un sistema circular.
Hemos estudiado en profundidad
las cifras del sistema,
la economía,
y es mucho más barato.
Serían 12 céntimos de US,
en lugar de 27, por lavado
con una lavadora circular.
Viviríamos en un sistema que funciona.
No produciríamos desechos.
Tendríamos mejor servicio.
Mejor acceso a la tecnología.
Según nuestros estudios,
como los fabricantes
no compran todos los materiales
y los venden,
obtendríamos mejor precio,
porque ellos garantizarían
que los materiales vuelvan al sistema.
Tengo mucha esperanza
porque, si analizamos las cifras,
si vemos la economía tras este sistema,
tiene sentido
cambiar a una economía circular.
La economía circular tiene más valor
que la lineal.
Para una gran organización,
esto viene con un coste,
pero tenemos que preguntarnos:
¿Cuál es el riesgo de la economía lineal?
Para mí, no hay duda.
Hay un gran riesgo.
No puede ser nuestro futuro,
según la economía pura.
¿En qué vamos a invertir
nuestro tiempo y esfuerzo?
Vamos a averiguar
cómo es la economía circular
e intentar perfilarla
lo mejor que podamos.
Subtítulos por Maurício Kakuei Tanaka
Revisión de Jenny Lam-Chowdhury