El volunturismo es una industria
de miles de millones de dólares.
Le vende a personas adineradas
el acceso a comunidades empobrecidas
y con dificultades
a cambio de una experiencia
de afirmación de la vida.
Los niños veían furgonetas de voluntarios
que se les acercaban
y se restregaban tierra en la cara
para así ser más llamativos
para los voluntarios, irónicamente,
y parecer que necesitaban más ayuda.
Cada uno de nosotros pagó miles de dólares
para hacer este viaje.
De esa cuota casi nada fue al orfanato.
Nos dijeron que la meta principal
era construir una biblioteca.
Trabajábamos tan mal
que los constructores locales
que nos ayudaban,
volvían mientras dormíamos
y revertían nuestro trabajo
para hacerlo de nuevo.
Abusaban de los niños en los orfanatos,
bajo el pretexto de ser voluntarios.
Lo que te venden es la idea
de ayudar a una comunidad,
lo que realmente compras
es la oportunidad de ayudarte a ti mismo.
INFORMANTE
VOLUNTURISMO
He formado parte del volunturismo
por más de una década.
El lenguaje que se usa el volunturismo
suele ser somo:
"Puedes cambiar el mundo
y encontrarte a ti mismo al mismo tiempo".
Yo quería salir físicamente
y ser ese cambio,
hacer una diferencia,
ser un Ciudadano Global.
En definitiva pensaba en cómo se vería
al solicitar admisión en la universidad,
y en cómo luciría en mi currículum.
Convencí a mis padres para que pagaran
unos miles de dólares
para que yo pudiera ir
en este viaje a Tanzania.
Duraba unas tres semanas.
Por 3.000$ podríamos
ser voluntarios en un orfanato,
enseñar inglés, jugar con los niños,
ir de safari.
No estaba cualificada
ni preparada en lo absoluto
y no me deberían haber permitido
hacer esto.
Trabajarás con niños pequeños
que son sumamente vulnerables.
Venía de una escuela solo para chicas
donde tenía un vestidor,
llegando a un orfanato solo para niñas
donde compartían habitaciones de literas
sin agua corriente.
El objetivo principal
de nuestro tiempo en el orfanato
era construir una biblioteca.
Creímos que podríamos completarla
mientras estábamos ahí,
hasta que te das cuenta que ninguno
tenía experiencia en construcción.
Había un sentimiento general
de que los obreros locales eran flojos
porque a veces llegaban tarde.
Una mañana me levanté y decidí salir,
empecé a subir por donde construíamos
y vi que había
hombres trabajando en el sitio.
Me di cuenta que desmontaban
nuestro trabajo y lo hacían nuevamente.
Dejaban que se asentara y, en unas horas,
cuando llegábamos a trabajar
no nos daríamos por enterados.
Le dije a uno de los acompañantes
de mi escuela
lo que había visto y me aconsejó
que me lo guardara.
Tienes historias de gente que dona
bolsas llenas de juguetes
que el director del orfanato
le regala a sus propios hijos,
o los vende, o los guarda en un clóset
para que el siguiente grupo de voluntarios
done más bolsas de juguetes,
porque si ven a los niños jugando
con un montón de juguetes no llevarán más.
Si ven a los niños durmiendo
en camas y colchones mejores
no donarán dinero para sus camas.
No comíamos nuestras comidas
con los niños del orfanato,
comíamos por separado,
que era una regla del orfanato
para que no supiéramos qué comían.
Mi desayuno habitual en el orfanato
incluía jugo de fresas fresco,
huevo cocido, pan tostado,
mermelada, mantequilla.
Los niños con frecuencia comían
granos y arroz que cocinaban ellos mismos.
También los ayudábamos a separar
los guijarros de los granos.
En ocasiones se esperaba
que las niñas nos cantaran.
Debían cantar y bailar
a cambio de una buena comida.
Éramos un grupo predominantemente blanco.
Cuando estuve en Tanzania
una joven cuestionaba su sexualidad
y esta voluntaria la alentaba
a que viviera abiertamente.
La realidad de la vida de esta joven
es que vivía en una comunidad
donde hacer eso la pondría
en un grave peligro físico.
Y esa voluntaria estaba tan enfocado
en su propia brújula moral y sus valores
que no podía ver del todo cómo el consejo
que le daba a esta joven podría matarla.
El director de orfanato no veía
la salud de los niños como una prioridad.
Otros voluntarios con más experiencia
nos asesoraban,
cuando los residentes contraían malaria,
a pesar de que había dinero
para que obtuvieran atención médica,
no se les facilitaba esa ayuda.
Los líderes del orfanato
no estaban dispuestos a gastar el dinero.
El 80% de los niños
que vivían en orfanatos
no han perdido
a uno o ambos de sus padres.
No son huérfanos.
No tienen partidas de nacimiento,
no tienen identificación.
Nadie sabe quiénes son ni dónde están.
Estos niños son anónimos
Lo que en verdad me atormenta
es la conexión entre los orfanatos
y la trata sexual.
Han arrestado a británicos,
estadounidenses, australianos;
y eso es solo la punta del iceberg
de la explotación infantil
y el abuso sexual y físico,
mientras ganan dinero de personas como yo
que querían hacer el bien.
Abusaban de los niños en orfanatos
bajo el pretexto de ser voluntarios.
El volunturismo como industria
sigue aumentanto.
Durante la pandemia,
los proveedores de viajes,
que eran los más exitosos,
publicitaban viajes a Tanzania,
como una oportunidad de escapar el COVID
y fingir que no existía.
Puedes decir que devuelves
el 100% de las cuotas a la comunidad
y no hacerlo realmente.
Puedes decir estas cosas
porque nadie lleva un control.
Nadie verifica que esto suceda.
La razón de su continuo aumento
es que muchas de las experiencias
similares a la mía
de ver a los niños correr hacia mi
y querer sentarse en mis piernas
y que los cargara,
todavía son emocionalmente convincentes.
Todavía son tan atractivas
y se sienten tan bien
que es fácil aplicar el excepcionalismo.