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Me llamo Bob Mayfield.
He asistido a esta iglesia desde 1980.
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Ha sido una aventura
participar en todas las campañas.
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Cada campaña para crecer…
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veías a la gente comprender la visión
en grande de lo que estaba pasando,
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y la gente daba lo cual resultó
en aún más gente asistiendo.
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Creo que la iniciativa “For the Children”
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(Para los niños) fue la primera
que nos benefició.
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-Eso nos sacó de los remolques para…
-Me acuerdo de los salones portátiles.
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- …los niños. Los papás nos registraban,
e íbamos a los remolques todos aplastados.
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Creo que eran demasiados niños
para cada salón portátil
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porque la iglesia crecía tanto.
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Creo que es tan especial
porque para nosotras,
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la iglesia es un lugar
de verdadera comunidad
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donde cada una hemos venido
a conocer al Señor de manera personal
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al asistir nuestros abuelos,
nuestros papás, y nosotras tres juntos.
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Ha sido un asunto familiar
que hemos podido crecer juntos.
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Es nuestro segundo hogar.
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-Es cierto.
-He estado aquí más que en mi propia casa.
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-Sin duda.
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Éramos nuevos en California,
y buscamos una iglesia.
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Dios nos estaba transformando
así que cuando encontramos a Saddleback,
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era como un salvavidas en medio del mar.
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Honestamente estamos abrumados
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al ver todo lo que ha pasado
desde el 2016.
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Acabo de cumplir 92 años.
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En algún momento,
me di cuenta
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que ninguna de estas cosas
me pertenecen a mí.
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Lo que tenemos,
todas nuestras pertenencias en la Tierra…
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lo que nos han enseñado nuestros abuelos
y papás es que todo pertenece al Señor.
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Siento que Dios dice: “Esta es otra área
de tu vida que quiero bendecir,
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y quiero estar presente.
Quiero engrandecer tu fe.”
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Cada vez que veo un bautismo,
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el gozo que está en su cara,
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pienso: “Eso es la razón que sacrificamos.
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Por eso damos.”
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No piensen en el valor
de las cosas entre sus manos.
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Piensen en el valor de estas cosas
entre las manos de Dios.
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Al darle todo,
es uno de los actos de fe más grandes
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y una de las cosas más gratificantes
que pueden hacer.
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Creo que al hablar de “Hora de soñar”,
me da gusto que no hemos parado.
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No se ha terminado.
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Siento que la Generación Z,
la cual amo con todo mi corazón,
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que esa generación pueda consumirse
con el fervor del Señor.
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Y que los jóvenes de la Generación Alfa,
que son como mis nietos,
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van a saber más de Él,
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y van a estar en misión
aún más que jamás hemos visto.
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Es muy chévere recordar
las campañas anteriores
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y las formas que los sueños
de otras personas nos han impactado,
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y pensar en el futuro
de nuestros propios hijos
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y poder ser parte integral
de esta campaña como adultas,
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y poder participar de esa forma
me emociona mucho el querer ser parte.
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Hemos visto a Dios
hacer cosas maravillosas
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en esta iglesia
a lo largo de estos 45 años,
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¿pero por qué debe detenerse?
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¿Por qué debemos pensar
que ya terminamos?
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Servimos un Dios muy grande.
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A lo mejor Dios quiera realizar algo
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aún más grande
de lo que ha hecho en el pasado.
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Y pues...
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Quiero ser parte de eso.