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Saliste a la arena del night club y yo te
recibí con mi quite mejor.
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Estabas sudadita. Pues era una noche
que hacía calor.
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Te invité a una copita y tú me
endosaste el primer revolcón.
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Tenías querencia a la barra y tuve que
tomar tres payuzas de ron.
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Para sacarte a los medios con el
beneplácito de la afición.
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Que con olés me animaba. Mientras me
arrimaba a tan brava mujer...
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...y yo bolinga, bolinga, bolinga.
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Haciendo frente a la situación...
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...con torería y valor.
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Y allí en la arena del night club. Citando
sin ventaja y contento de ron.
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Te ceñí la cintura. Palpando tu faja con
garbo y valor.
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Entre olés, ovaciones y aclamaciones de
satisfacción.
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La culpa fue del Cha-cha-chá.
Cha-cha-chá.
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Que tú me invitaste a bailar.
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Embistiendo a mi capote, yo me asomaba al
balcón de tu escote.
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La culpa fue del Cha-cha-chá.
Cha-cha-chá.
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SÍ fue del Cha-cha-chá.
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Que me volvió un caradura por
la más pura casualidad.
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Cha-cha-chá.
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La culpa fue del Cha-cha-chá
Cha-cha-chá.
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SÍ fue del Cha-cha-chá.
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Que me volvió un caradura por
la más pura casualidad.
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Salimos por la puerta del night club
cogidos de la mano para celebrar.
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El triunfo verdadero del arte torero y del
cha-cha-chá.
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Que nos unió para siempre,
sentimentalmente por casualidad.
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Por eso la culpa fue del Cha-cha-chá.
Cha-cha-chá.
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Yo se que la culpa fue del Cha-cha-chá.
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Por eso la culpa fue del
Cha-cha-chá.