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Señora secretaria.
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[Secretaria] Comunicados
del ayuntamiento
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sobre temas recientes, actuales
y reconocimiento de ciudadanos.
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-Su turno, Sr. Birch.
-Sí, señor.
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Sr alcalde, como sabe, estamos
hoy aquí con nuestras camisas rosa
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para concienciar sobre la
lucha contra el cancer de mama
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tanto aquí, en Fort Worth,
como en el resto del mundo.
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Pero esta noche quisiera pedir
permiso a todos
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para emplear
mi tiempo en tratar brevemente
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otro tema que me toca
muy profundamente.
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Ron, ¿puedes encender el...?
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Los padres de Asher Brown,
a quien ven aquí,
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se quejaron ante el distrito
escolar Cypress Fairbanks,
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a las afueras de Houston,
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porque a su hijo lo acosaban
y maltrataban en el colegio.
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Los matones lo llamaban
"marica" y "reinona",
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lo empujaban y le daban
puñetazos,
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y, a pesar de las quejas
a profesores y a la dirección,
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el acoso, la intimidación y
las amenazas continuaron.
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Durante años.
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Hace unas semanas, tras
sufrir acoso,
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Asher volvió a casa, cogió
la pistola de su padre,
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y se pegó un tiro en la cabeza.
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Su padre lo encontró muerto
cuando volvió a casa del trabajo.
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Asher tenía 13 años.
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Quiero pedirles que le miren a la cara.
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A diferencia de Asher,
Billy Lucas, de Indiana,
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nunca salió del ...
nunca se identificó como gay,
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pero así lo percibían los matones
que lo acosaban cada día
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en el instituto Greenburg
Community.
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Hace 3 semanas se ahorcó
en el granero de sus abuelos.
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Tenía 15 años.
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Justing Aaberg, de MInnesota, 15 años.
A los 13 se sinceró con sus amigos
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y estos empezaron a acosarlo y
a hostigarlo.
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El acoso fue a peor cuando
pasó al instituto.
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Y cuando ya no pudo soportar
más el atosigamiento
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se ahorcó en su habitación,
su madre encontró el cuerpo.
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Compañeros de clase empezaron
a incordiar y vejar a Seth Walsh
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cuanto estaba en cuarto curso.
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Continuaron durante los años
siguientes,
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con estudiantes que le decían que
"el mundo no necesitaba más maricas"
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y que debería "colgarse".
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El 18 de septiembre, después de que
un grupo de chicos mayores lo acosara
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se fue a casa, pasó una cuerda sobre
la rama de un arbol,
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e hizo lo que le habían dicho.
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Se ahorcó en el jardín de su casa.
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Su madre...
[inhala y respira profundamente]
-
su madre lo encontró
y lo bajo al suelo.
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Seth sobrevivió 9 días
en la unidad de cuidados intensivos
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para morir unas semanas después.
Tenía 13 años.
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El acoso juvenil y los suicidios se
han convertido en una epidemia.
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Sobre todo entre jóvenes gays y lesbianas,
entre aquellos que parecen gays
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o entre chicos que solo son diferentes.
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En las últimas semanas, el joven
Tyler Clemente, de Nueva Jersey,
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se arrojó de un puente después de
que un compañero lo delatara en internet.
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Raymond Chase, de Rhode Island,
se ahorcó en su residencia
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y justo ayer supimos de Zack
Harrington, de Oklahoma,
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que se suicidó después de asistir
a un pleno del ayuntamiento
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de Norman, Oklahoma, en el
que se hicieron declaraciones homófobas.
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Hay una discusión que los
adultos presentes aquí
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y los que nos ven debemos tener.
Y la vamos a tener.
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Que el abuso y el acoso en nuestras
escuelas tienen que parar,
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y que nuestros colegios deben ser
lugares seguros para aprender y crecer.
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Nunca es aceptable que seamos
el motivo de que un niño
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se sienta rechazado o humillado,
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y estoy decidido a ser
parte de esa conversación.
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Pero esta noche, quiero
dirigirme a los chicos de
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12, 13, 14, 15, 16 y
17 años
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en los institutos Pascal, y
en Arlington Heights y Trimble Tech.
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O en las escuelas intermedias
de Dagget o Rosemont.
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O en cualquier escuela de Fort Worth
-
O en cualquier lugar del país,
ya puestos.
-
Sé que la vida os
puede parecer insoportable.
-
Sé que vuestras familias
en casa,
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o en la escuela,
no os entienden,
-
y que puede incluso que
os agredan fisicamente.
-
Pero quiero que sepáis que
las cosas mejorarán.
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[suspiro largo]
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Cuando tenía 13 años,
era un niño delgado, larguirucho y raro,
-
había crecido mucho, demasiado rápido,
y tropezaba a menudo al andar.
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Era el hijo de Jeanette, una pianista
de la iglesia metodista,
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y de un vaquero con el apropiado nombre
de Butch, en Crowley, Texas.
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Como hijo suyo, y como niño
en un pueblo pequeño,
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existía una cierta expectativa
de quién se suponía que era yo.
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Pero cuando me llegó la adolescencia,
desarrollé sentimientos
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que no podía entender
ni explicar.
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Pero sabía que no casaban con
lo que se supone que debía ser.
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Era sensible,
pero amistoso
-
Era un friki de la banda del colegio.
El basket no se me daba bien.
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Me hacían burla, como a todos,
pero era bastante seguro de mí mismo,
-
y no dejaba que me molestara demasiado.
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Un día, en noveno, al poco de
empezar en el instituto Crowley.
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Unos chicos mayores agresivos
me arrinconaron a la salida.
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Me dijeron que era un marica
y que me debería morir,
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e ir al infierno, que era mi sitio.
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Eso hizo aflorar el terror
que había estado reprimiendo.
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Que lo que estaba empezando
a sentir dentro de mí
-
se me estaba notando
por fuera también.
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Avergonzado, humillado y confundido,
me fui a casa.
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Pensaba que debía de haber algo
muy malo en mí.
-
Algo que nunca podría confesar
a mi familia ni a nadie más.
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