Orgullo y Prejuicios: Sarah DiMagno at TEDxYouth@Lincoln

Sarah DiMagno es una estudiante de último año en la Escuela Secundaria Lincoln y es miembro del programa de Bachillerato Internacional.

Como polemista de Lincoln-Douglas, violoncelista y participante activa en la política de Nebraska, ella nos habla de los efectos que tienen los acontecimientos trágicos en los niños. Explica por qué pueden ser perjudiciales y cómo esos efectos se pueden moderar, basándose en su experiencia personal cuando era una niña de cinco años, el 11 de septiembre de 2001. Sarah siente que este tema es de especial importancia en la estela de tragedias recientes pues los medios de comunicación se hacen cada vez más accesibles a los niños pequeños.

Comencé el jardín de infancia
a finales de agosto de 2001.

(Risas)

Tenía cinco años,
mi color favorito era el rojo

y mi profesora era la señorita Dotter.

Aparte del desafortunado corte de pelo,

podrías decir que era
una niña muy normal.

Pero el 11 de septiembre de 2001

dos aviones fueron secuestrados

y chocaron con el World Trade Center
de Nueva York.

Hoy, todos conocemos este suceso como 9/11

pero, para mí, fue un desengaño
aterrador y temprano.

Ver las torres caer fue escalofriante
para una niña de cinco años,

a pesar de que no comprendía
bien lo que significaba

o las implicaciones que acarrearía
para mi país.

Conforme crecí, nunca me enseñaron
lo que EE.UU.

podría haber hecho para enfadar
tanto a la gente

que estaría dispuesta a morir
con tal de vengarse.

Preguntarse por los motivos
de los atacantes

era visto como otorgar legitimidad
a sus acciones.

Y, como tantos otros de mi edad,

terminé creyendo que el 9/11 fue
llevado a cabo por unos tipos malos

cuya cultura y religión eran
intrínsicamente perversas.

Y este punto de vista definió
mi forma de ver el mundo

hasta casi diez años después.

Sabemos que el miedo es un gran motivador

para el ser humano

y las experiencias tempranas de los niños

suelen tener un gran efecto
en su punto de vista como adultos

incluso si no son conscientes de ello.

Estos dos factores se unen para
crear una peligrosa combinación

en lo que se refiere a acontecimientos
trágicos como este.

El miedo puede crear prejuicios
y malentendidos,

y si se adquieren en los primeros años,
es difícil cambiarlos

o incluisve ser conscientes
de que existen.

Parecen algo instintivo.

Pero estos prejuicios son
realmente perjudiciales.

La falta de comprensión del 9/11,
por ejemplo,

nos ha llevado a un miedo
generalizado del Islam en EE.UU.

Esto se debe en parte al hecho

que aquellos que no comprendieron
los ataques cuando sucedieron,

como los niños, se formaron
con puntos de vista muy confusos,

pues no se les había explicado
el suceso adecuadamente.

Estos niños ahora tienen 17, 18, 19 años

y puede que su actitud
no se vea globalmente significativa.

Pero los niños crecen. Yo voy a crecer.

Y, al final, ocuparemos cargos importantes

en la sociedad y en el gobierno.

Así, si no parece importante
que los adolescentes

tengan prejuicios y malentendidos,

¿qué pasa cuando un senador los tiene?

Y si solo nos damos cuenta en ese momento,

¿sería demasiado tarde para cambiar?

Así, estas respuestas a la tragedia
deberán comenzar inmediatamente.

Los niños necesitan saber
lo que ha sucedido y por qué,

incluso si es desilusionante.

De lo contrario, caerían en el alarmismo

de los medios de comunicación
y el mundo político.

A diferencia de la mayoría de los adultos,

los niños no tienen filtros para entender

por qué estas actitudes son sesgadas.

Y actitudes como esa han estado
en completa exhibición en los medios,

en casi todas las recientes tragedias,

incluyendo la explosión del maratón
de Boston este mes de abril.

Varios medios de noticias
informaron, primero,

que se detuvo a un nacionalista saudí

y estaba siendo interrogado.

Esto nunca fue cierto,

pero ¿qué tipo de mensaje
se transmite a alguien

que no entiende el sensacionalismo
en los medios,

como un niño pequeño?

Les dice que cualquier persona
que se vea diferente

o es de un país diferente

es inmediatamente un sospechoso,

y esto está mal.

Por desgracia, hoy en día en los EE.UU.,

muchos han sido víctimas
de estos prejuicios.

La Islamofobia ha provocado
decenas de ataques

hacia los musulmanes y otros
del Oriente Próximo

en los últimos doce años.

Vandalismo en mezquitas,
intimidación hacia los niños musulmanes,

se han convertido en algo habitual.

La normalización
de este tipo de acoso

es uno de los resultados
más impactantes del miedo.

Pero sería absurdo pensar

que los prejuicios solo dañan
a aquellos a quien se dirigen.

Todos los días lastimamos el potencial
de los niños y adultos jóvenes

cuando no los equipamos con
la información que necesitan

para tomar decisiones
libres de prejuicios.

Les fallamos cuando tienen malentendidos
acerca de otras culturas

porque no fueron educados sobre esto.

Debido a que cada niño y adulto joven

tiene el potencial de ser brillante
y de producir cambios,

tenemos que examinar
la manera como vemos el mundo,

porque esto afecta la forma
en que lo vayamos a cambiar.

Si tenemos prejuicios o
puntos de vista dañinos para otros,

hay que cuestionarlos y ajustarlos,

con el fin de liberar
nuestra verdadera brillantez.

El 1 de mayo de 2011,

mi hermana irrumpió en mi habitación,
alrededor de las 11 p.m.,

me miró directamente y
simplemente dijo: "Lo atraparon".

Enterarme de la persecución
a Osama bin Laden

trajo recuerdos que no
había tenido durante años.

Recordé lo que había sentido

y lo que había pensado de los ataques.

Recordar esto me hizo reconsiderar

lo que yo había pensado
y lo que había hecho,

y una vez que me di cuenta
que mi punto de vista

se basaba más en el miedo que en hechos,

me sentí obligada a reeducarme

y cambiar mi perspectiva del 9/11,
así como la del mundo.

¡Pero esto no ha debido tomar diez años!

Hay un montón de cosas que
quisiera haber sabido mejor

cuando tenía cinco años.

Si pudiera ahora enviarme
un par de consejos

a mí misma de cinco años de edad,
en septiembre de 2001,

el primero sería el siguiente:

"Realmente debes dejar
crecer tu cabello...

(Risas)

porque este pelo corto
simplemente no se te ve bien".

Pero el segundo y el menos
trivial de esos consejos

sería este:

"Busca las razones, no solo las
reacciones, detrás de los conflictos,

porque siempre lograrás
una visión más completa

que si solo tomas las cosas
por su valor nominal.

Podrás formarte conclusiones

que reflejen mejor la realidad

y según esto entonces
podrás tomar acciones más sensatas".

Si los niños interiorizaran esto,

y si todos pudiéramos hacerlo,

podríamos moderar muchas tragedias,

sin olvidar el valor de la igualdad
de todas las vidas humanas,

independientemente de
la religión, la raza o la cultura.

Y con suerte,

o como a mi personalidad idealista
de cinco años, le gustaría pensar,

este tipo de respeto hacia todo el mundo

conducirá a un mundo
en el que no hay que hablar

de cómo hacer que los niños entiendan
las tragedias de gran magnitud.

(Aplausos) (Aclamaciones)